Las fuerzas conservadoras y liberales empezaron a configurarse en distintas fracciones y partidos políticos. Velasco Ibarra conglomeró en un comienzo a algunas tendencias socialistas que venían tomando poder y simpatía en las bases populares, en 1933 ganó las elecciones y luego fue derrocado dos años después por un golpe militar, además de ser desterrado.
Entre 1935 y 1940 Ecuador tuvo otro golpe de Estado más, una Asamblea Constituyente disuelta por una cierta “amenaza izquierdista” y un trato político hacia la sociedad que fue de lo represivo hacia el reformismo. Para 1940 subió Carlos Alberto Arroyo del Río, representante del liberalismo e íntimo aliado de intereses norteamericanos, tanto del Estado como de sus empresas.
El gobierno de Arroyo del Río se caracterizó por ser antipopular, facilitó el control militar de Estados Unidos sobre la región y otorgó numerosos privilegios a las empresas norteamericanas. En 1941 se desató una guerra contra Perú en la cual el pequeño y mal equipado ejército ecuatoriano salió derrotado, esto desembocó para 1942 en la firma de un protocolo en Río de Janeiro donde se otorgó al Perú cerca de la mitad de lo que en aquel entonces era territorio ecuatoriano.
Después de firmado el tratado con el Perú, Arroyo del Río tuvo aún menos respaldo popular. Gran parte de las bases populares pugnaban por el regreso del exiliado Velasco Ibarra, y junto con el descontento general se desató La Gloriosa el 28 de mayo de 1944. La Revolución Gloriosa llevó al poder a Velasco Ibarra, en esta confluyeron la base popular y distintas tendencias políticas (socialistas, algunas alas comunistas, conservadores y liberales). Dentro de las fracciones más radicales de la izquierda se esperaba un cambio, Velasco Ibarra lo había prometido.
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